Acorralando al cáncer
Ningún científico espera a estas alturas descubrir la cura del
cáncer, un bálsamo sanalotodo que convierta este azote sanitario en un mal
recuerdo del pasado como hizo la penicilina con las enfermedades infecciosas.
Pero los oncólogos se esfuerzan en repetir que la mitad de los cánceres ya se
curan, y la forma de luchar contra la otra mitad no es el desánimo, sino seguir
mejorando el diagnóstico precoz y
apostando por la investigación con todas las nuevas herramientas que ofrezca la
biomedicina. Una de las más importantes es la genómica, o análisis simultáneo
de todos los genes de un paciente, incluida la comparación entre el ADN del
tumor y los tejidos sanos circundantes de la misma persona.
La genómica del cáncer no solo está consiguiendo descubrir y
clasificar las mutaciones implicadas en la transformación tumoral de las
células, sino también —como hemos sabido esta semana— los procesos biológicos
que causan esas mutaciones, y que, asimismo, se pueden considerar la causa
última del cáncer, y, por tanto, el principal enemigo a batir en los próximos
años. Nada en esta disciplina científica es sencillo, y los últimos resultados
no son una excepción: en los 30 principales tipos de tumor los investigadores
han hallado nada menos que 20 firmas o procesos mutacionales distintos, y
sospechan que no han agotado la lista, pese a lo exhaustivo de una
investigación internacional que ha implicado a 14 países. Pero no se puede
vencer al matarife sin conocer antes sus laberintos.
Algunos de los procesos mutacionales han resultado ser
cualquier cosa menos sorprendentes. Es el caso de los efectos mutagénicos del
humo del tabaco para el cáncer de pulmón y de la radiación ultravioleta de la
luz solar para el melanoma; estos dos cánceres son, de hecho, los que más
alteraciones genéticas acumulan de todos los conocidos. Pero hay otros
mecanismos que no eran tan predecibles, como la mera edad o la disfunción de
los sistemas de reparación y mantenimiento del genoma.
Los científicos españoles han tenido un papel relevante en el
esfuerzo, al definir las firmas mutacionales de la leucemia. Este es el tipo de
cosa que dejará de ocurrir en breve si los recortes miopes siguen cercenando el
—nada escaso— talento doméstico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario