Investigadores españoles crean una tecnología para conservar órganos
a -196 grados
Investigadores de la Universidad de Sevilla han patentado una
tecnología que ayudará a la criopreservación de órganos, es decir, a
conservarlos a temperatura criogénica (-196 grados centígrados). Hasta hoy era
posible criopreservar células y muestras de tejidos como piel o cartílagos,
pero no se había logrado aplicar este procedimiento a órganos.
La tecnología, desarrollada tomando como modelo un riñón de
conejo, basa su éxito en que auna dos elementos: el uso como crioprotector del
dimetil sulfóxido (que se utiliza para evitar la formación de hielo en los
tejidos) y el empleo de la técnica tomografía axial computarizada (TAC). De
este modo es posible conocer en tiempo real a qué temperatura se encuentra el
sistema que se pretende criopreservar y qué cantidad de crioprotector hay en
él.
Los principales obstáculos hasta ahora eran el gran tamaño de los
órganos y los problemas existentes de transferencia de temperatura y de masa.
Estos problemas hacen referencia al frío o calor que se transmita al sistema
que se quiere criopreservar y la cantidad de crioprotector que hay en él. La
temperatura es relativamente fácil de medir, pero conocer la concentración de
crioprotector en el tejido en cuestión presenta mayores problemas, ya que estas
sustancias acceden al órgano o tejido a través del sistema vascular y no lo
ocupan de manera regular, sobre todo cuando está frío.
Eso se resuelve con el TAC, una técnica de imagen médica que
utiliza los rayos x para obtener imágenes de cortes o secciones de objetos
anatómicos con fines diagnósticos, que no permite medir la concentración de
sustancias tradicionalmente empleadas como crioprotectores (etanol, propanodiol
o glicerol) pero sí del dimetil sulfóxido, que contiene azufre. "Con el
TAC es posible monitorizar la carga de dimetil sulfóxido, con una resolución de
50 micras, por lo que se puede tener una imagen tridimensional del órgano y
conocer la cantidad de crioprotector que hay en todo momento", señala el
Ramón Risco, coautor del trabajo, en declaraciones a la Fundación Descubre.
Además, se puede detectar la formación de hielo, "el gran enemigo de la
criopreservación, que nos hará plantearnos si se continúa o no con el
procedimiento". Esto permite modificar la temperatura y la cantidad de
crioprotector existente, con el fin de que las condiciones de criopreservación
sean óptimas. De ahí que el procedimiento patentado sea del tipo denominado
vitrificación por equilibrio o liquidus tracking.
Aunque por el momento la tecnología se ha probado en un modelo
de riñón de conejo, la aplicación última de la patente podría ser la
extrapolación a riñones humanos. También es un procedimiento aplicable a
cualquier órgano o tejido, fundamentalmente a las biopsias. "La
conservación in vivo de una biopsia permitiría no sólo el estudio de su
anatomía patológica para conocer su malignidad, sino también el análisis de
otros aspectos, como por ejemplo el ensayo de drogas, la interferencia con
tumores secundarios, etc.", subraya el responsable de la investigación.
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