Una
prueba no invasiva para uno de los peores efectos adversos del VIH
Sentir hormigueo o escozor en los dedos de
los pies o de las manos es un síntoma tan difuso que pocas veces se puede
asociar a un problema concreto a la primera pero, si este evoluciona a dolor y
se extiende a todas las extremidades, puede ser el aviso de un síndrome que,
sin ser grave, sí perjudica gravemente la calidad de vida de los infectados por
el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Se trata de la neuropatía
periférica inducida por el VIH causada precisamente por un deterioro de los
nervios periféricos del cuerpo, los encargados de transportar las señales entre
el sistema nervioso central y los músculos, la piel y los órganos internos.
Hasta ahora, para diagnosticar esta
dolencia, que puede afectar hasta a un 30% de seropositivos -el porcentaje es
más elevado en los de mayor edad- se utilizaba un procedimiento invasivo y
doloroso para el paciente, la biopsia de piel que, tras la extracción de una
muestra de tejido dérmico, sirve a los médicos para observar si existe daño en
las puntas de las fibras nerviosas.
Una buena noticia llega ahora desde la
Johns Hopkins University School of Medicine, un equipo de cuyos investigadores,
dirigidos por Joseph Mankowski, ha propuesto un nuevo sistema para diagnosticar
y manejar este síndrome, del que se desconoce si está provocado por la
inflamación crónica del sistema inmunológico asociada a la replicación del
virus -aunque esté controlado por antirretrovirales- o al propio efecto de este
tipo de fármacos.
La prueba que podría simplificar la vida de
los afectados por neuropatía periférica asociada al VIH se denomina evaluación
de la fibra nerviosa de la córnea. Sin embargo, es pronto para hablar de su
introducción en la práctica clínica, ya que los investigadores -que han
publicado su trabajo en la última edición de The American Journal of Pathology-
sólo han probado su utilidad con la versión simia del VIH (VIS).
Los científicos de la institución
estadounidense pretendieron primero estudiar la patogénesis de la enfermedad
asociada al VIH, para lo que desarrollaron un modelo de macaco infectado con el
VIS que reflejaba fielmente las alteraciones en el sistema nervioso periférico
vistas en pacientes de VIH con neuropatía periférica. Lo que buscaban era
determinar si la infección por SIV conducía a la disminución en la densidad de
las fibras nerviosas de la córnea y si esta se correlacionaba a su vez con la
longitud de las fibras nerviosas de la piel.
Una vez demostrada dicha asociación, que
equipara al menos en teoría ambos métodos de detección y manejo de la enfermedad,
la puesta en práctica revista bastante más sencillez. Se trata de adaptar una
prueba ya existente, la microscopía confocal in vivo de la córnea, a los
seropositivos con sospecha o diagnóstico de neuropatía periférica.
"Pasar a utilizar métodos no invasivos
de medición de la fibra nerviosa como este mejorará el estudio de la neuropatía
periférica, permitiendo la detección precoz del daño que provoca, la progresión
del deterioro de dicha fibra, así como el desarrollo de estrategias
terapéuticas, de momento en el modelo de VIS", explica Mankowski.
La neuropatía periférica inducida por VIH
es una enfermedad incurable en la actualidad, aunque sí se pueden tratar sus
síntomas, por lo que la detección precoz de la patología es esencial para la
calidad de vida de los pacientes seropositivos afectados por ella.
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