martes, 27 de mayo de 2014

Una prueba no invasiva para uno de los peores efectos adversos del VIH
Detalle de un ojo verdeSentir hormigueo o escozor en los dedos de los pies o de las manos es un síntoma tan difuso que pocas veces se puede asociar a un problema concreto a la primera pero, si este evoluciona a dolor y se extiende a todas las extremidades, puede ser el aviso de un síndrome que, sin ser grave, sí perjudica gravemente la calidad de vida de los infectados por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Se trata de la neuropatía periférica inducida por el VIH causada precisamente por un deterioro de los nervios periféricos del cuerpo, los encargados de transportar las señales entre el sistema nervioso central y los músculos, la piel y los órganos internos.

Hasta ahora, para diagnosticar esta dolencia, que puede afectar hasta a un 30% de seropositivos -el porcentaje es más elevado en los de mayor edad- se utilizaba un procedimiento invasivo y doloroso para el paciente, la biopsia de piel que, tras la extracción de una muestra de tejido dérmico, sirve a los médicos para observar si existe daño en las puntas de las fibras nerviosas.

Una buena noticia llega ahora desde la Johns Hopkins University School of Medicine, un equipo de cuyos investigadores, dirigidos por Joseph Mankowski, ha propuesto un nuevo sistema para diagnosticar y manejar este síndrome, del que se desconoce si está provocado por la inflamación crónica del sistema inmunológico asociada a la replicación del virus -aunque esté controlado por antirretrovirales- o al propio efecto de este tipo de fármacos.

La prueba que podría simplificar la vida de los afectados por neuropatía periférica asociada al VIH se denomina evaluación de la fibra nerviosa de la córnea. Sin embargo, es pronto para hablar de su introducción en la práctica clínica, ya que los investigadores -que han publicado su trabajo en la última edición de The American Journal of Pathology- sólo han probado su utilidad con la versión simia del VIH (VIS).

Los científicos de la institución estadounidense pretendieron primero estudiar la patogénesis de la enfermedad asociada al VIH, para lo que desarrollaron un modelo de macaco infectado con el VIS que reflejaba fielmente las alteraciones en el sistema nervioso periférico vistas en pacientes de VIH con neuropatía periférica. Lo que buscaban era determinar si la infección por SIV conducía a la disminución en la densidad de las fibras nerviosas de la córnea y si esta se correlacionaba a su vez con la longitud de las fibras nerviosas de la piel.

Una vez demostrada dicha asociación, que equipara al menos en teoría ambos métodos de detección y manejo de la enfermedad, la puesta en práctica revista bastante más sencillez. Se trata de adaptar una prueba ya existente, la microscopía confocal in vivo de la córnea, a los seropositivos con sospecha o diagnóstico de neuropatía periférica.

"Pasar a utilizar métodos no invasivos de medición de la fibra nerviosa como este mejorará el estudio de la neuropatía periférica, permitiendo la detección precoz del daño que provoca, la progresión del deterioro de dicha fibra, así como el desarrollo de estrategias terapéuticas, de momento en el modelo de VIS", explica Mankowski.


La neuropatía periférica inducida por VIH es una enfermedad incurable en la actualidad, aunque sí se pueden tratar sus síntomas, por lo que la detección precoz de la patología es esencial para la calidad de vida de los pacientes seropositivos afectados por ella.

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