Delgadez y obesidad, los
dos riesgos de la balanza
La obesidad es uno de los grandes males de nuestro tiempo.
Provoca enfermedades cardiovasculares, cáncer, infertilidad o problemas
neurológicos , entre otra larga lista de trastornos. Por eso, desde hace
décadas los especialistas en salud no dejan de advertir de lo peligroso que es
acumular kilos de más.
El mensaje, que es importante, a veces obvia una realidad
desconocida para muchos: que los kilos de menos también tienen sus riesgos. En
ese sentido, una investigación publicada esta semana en la revista Journal of
Epidemiology and Publich Health recuerda que la delgadez excesiva también se
relaciona con un mayor riesgo de mortalidad.
Los extremos se tocan, subraya una vez más este trabajo
coordinado por científicos del St. Michael's Hospital de Toronto (Canadá), que
revisó los datos de 51 estudios que previamente habían analizado las
consecuencias de que la báscula marque unas cifras u otras.
Los resultados del análisis demostraron que las personas con
un índice de masa corporal (IMC) inferior a 18,5 tenían casi dos veces más
riesgo de morir que aquellos cuyo peso se encontraba dentro de los parámetros
considerados normales. La probabilidad era similar a la que se asociaba a
presentar exceso de peso u obesidad, señalan los investigadores.
El IMC se calcula dividiendo el peso (en kilogramos) por la
altura al cuadrado (en metros). Se considera que un valor entre 19 y 25 es un
peso normal, de 25 a 30 se relaciona con sobrepeso y por encima de 30 con
obesidad.
Los investigadores sólo tuvieron en cuenta investigaciones que
se hubieran prolongado durante cinco años o más, para descartar los casos en
los que la delgadez se debiera a un problema puntual o a una grave enfermedad.
Según señalan, las causas más comunes de delgadez excesiva son
la malnutrición, el consumo de drogas o alcohol, el tabaquismo, tener pocos
recursos económicos, o tener problemas de salud mental.
Con todo, los investigadores recuerdan -como lo han hecho
recientemente otros trabajos- que el IMC no es la mejor herramienta disponible
para catalogar a los pacientes y saber los efectos para la salud que pueden
derivarse de su composición corporal.
En algunos casos, un IMC elevado no significa que haya exceso
de grasa, sino "una importante cantidad de músculo y huesos", por lo
que es necesario hacer discriminaciones más certeras, señalan. Una de las
claves, señalan los expertos, está en el cálculo de la grasa abdominal o el
perímetro abdominal, un dato que parece tener una relación mucho más clara con
el riesgo cardiovascular, entre otros trastornos.
Del mismo modo, hace pocos meses el investigador
estadounidense Dariush Mozaffarian apuntaba en una entrevista con este diario
que "la gente no debería tener en cuenta únicamente su peso como una
manera de evaluar la calidad de su dieta".
"Una mala alimentación influye en los problemas de
corazón, en algunos tipos de cáncer, diabetes y muchas otras enfermedades... Y
lo hace de manera independiente del peso", remarcaba.
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