¿Vitamina D para retrasar la esclerosis
múltiple?
La relación entre la vitamina D y la aparición de la
esclerosis múltiple se conoce desde hace algún tiempo. Sin embargo, el papel de
este nutriente como una opción más en el tratamiento de los pacientes con esta
enfermedad neurodegenerativa no está tan clara. Un gran estudio internacional,
con participación española, parece apuntar en un sentido positivo.
La esclerosis múltiple es más frecuente en los territorios
alejados del Ecuador, donde la exposición al sol es menor; y los niños cuyas
madres tuvieron déficit de vitamina D en el embarazo tienen mayor prevalencia
de esclerosis cuando llegan a la edad adulta. Esto hizo pensar, hace ya algún
tiempo, que la vitamina D -que se sintetiza en el organismo por la exposición a
los rayos solares- podía tener un papel en el origen de esta enfermedad (en la
que también influyen otros factores genéticos y ambientales), que afecta a dos
millones y medio de personas en todo el mundo.
Esto ha desencadenado un gran número de investigaciones sobre
el papel de este compuesto, tanto en la prevención como en el tratamiento de
los afectados. La última, publicada en las páginas de la revista JAMA Neurology
x, sugiere que a mayor nivel de vitamina D en el organismo, menor es la
progresión de la enfermedad en pacientes recién diagnosticados.
Los 465 pacientes estudiados pertenecen a un amplio estudio
internacional, liderado por la Universidad de Harvard (EEUU), en el que se
trataba de observar el efecto inmediato con interferón de pacientes recién
diagnosticados con esclerosis múltiple. Esta patología neurodegenerativa del
sistema nervioso, se caracteriza por una progresiva pérdida de las funciones
del organismo por un ataque autoinmune del sistema defensivo sobre ciertas
fibras cerebrales.
Como explica a EL MUNDO el doctor Xavier Montalbán,
vicepresidente de la Sociedad Española de Neurología y uno de los firmantes del
trabajo, este estudio Benefit lleva ya casi 14 años de seguimiento a aquellos
pacientes con un primer episodio sugestivo de esclerosis múltiple. "Su
buen diseñó nos ha permitido producir mucha información científica de
calidad", apunta.
En esta muestra, bajos niveles de vitamina D en el organismo
se asociaron a una peor evolución de los pacientes en los cinco años posteriores
al diagnóstico y un mayor número de lesiones cerebrales activas. En cambio,
aquellos con niveles más altos de vitamina D en sangre, tenían un 57% menos
riesgo de lesiones cerebrales, una tasa de recaídas un 57% inferior y un
incremento del volumen de las lesiones a lo largo de un año un 25% inferior a
la de aquellos participantes con 'pobres' niveles de vitamina D.
Además, la presencia de la vitamina D se asoció también con
una menor pérdida de volumen cerebral, un marcador que indica el grado de discapacidad
posterior del paciente, lo que sugiere que este nutriente puede tener un cierto
efecto protector en este diagnóstico. "Es un estudio clínico randomizado, apoyado con pruebas
de resonancia magnética a los participantes, lo que nos permite asegurar que se
trata de datos más sólidos que los obtenidos hasta ahora [en torno al papel de
la vitamina D en la progresión y la gravedad de la esclerosis]", apunta
Montalbán.
¿Suplementos orales?
Este especialista, director del Centro de Esclerosis Múltiple
de Cataluña, reconoce que existen algunos problemas prácticos para poder
extraer de estos resultados la conclusión de que estos pacientes se
beneficiarían de suplementos orales a base de vitamina D. "Un ensayo
clínico para evaluar esto es muy complejo, porque los niveles de vitamina D en
la población varían muchísimo en función de muchos factores, como la dieta o su
exposición al sol, la principal fuente de vitamina D; y se necesitaría un
número muy amplio de pacientes para extraer una conclusión firme".
A su juicio, lo que sí está ocurriendo ya es que muchos
neurólogos realizan a sus pacientes un análisis para controlar los niveles de
esta vitamina y si aprecian cierto déficit, les recomiendan suplementos orales.
Eso sí, advierte, la vitamina D no está exenta de riesgos ("no obstante es
un medicamento y se han dado casos aislados de intoxicación por sobredosis de
vitamina D"), por lo que esta práctica debe estar siempre controlada por
el neurólogo.
Además de la exposición al sol, otras fuentes 'naturales' de
vitamina D se encuentran en ciertos pescados (como el salmón y las sardinas,
incluidas en conserva), el hígado de ternera, el huevo, algunas setas...
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