Cómo afecta el cambio de
hora al cerebro
El cambio de hora supone una modificación de las horas de luz
y oscuridad que produce una serie de alteraciones neurohormonales que,
normalmente se superan en unos pocos días, según el neurocientífico del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto Cajal de
Neurociencias Ricardo Martínez Murillo.
Cuando se modifican los niveles neurohormonales habituales,
como por ejemplo la melatonina, el cerebro debe readaptarse a las nuevas
condiciones y esto tarda entre dos o cuatro días. "Es un cambio pequeño,
de una hora arriba o abajo y en pocos días el cuerpo se regula de nuevo",
ha manifestado el científico, que ha restado trascendencia a las alteraciones
que puede producir el cambio de hora de este fin de semana.
Para el científico, más allá del ahorro económico que esto
supone, es más importante el hecho de que una reducción en el consumo de
energía se traduce en un descenso de la contaminación y esto, a su juicio, es
"siempre beneficioso".
En este contexto, ha señalado que la contaminación también
afecta al cerebro, que no se oxigena igual con mayores niveles de CO2 y otros
gases contaminantes en la atmósfera.
Por último, ha subrayado que niveles altos de contaminación y
de CO2 pueden afectar, sobre todo a las vías respiratorias y esto, a su vez,
puede perjudicar al funcionamiento del sistema nervioso. "El cambio de
hora es bueno para la contaminación y para la salud humana", ha concluido.
Niños, ancianos y enfermos
Quienes sí pueden verse más afectados por este cambio horario
son aquellas "personas que padecen ansiedad, mientras que el cambio
horario otoñal afecta más a aquellos pacientes que sufren depresión",
afirma el vicepresidente de la Asociación Española de Psiquiatría Privada
(ASEPP), José Antonio López Rodríguez.
Cuando estos síntomas tienden a perdurar, este experto destaca
que en esos casos no sería debido al cambio de hora, que sería simplemente el
"detonante" de un trastorno de ansiedad o del sueño ya existente
previamente en el paciente.
En estos casos, aquellas personas que padecen insomnio o
dificultades para conciliar el sueño verán agravados sus problemas para dormir,
mientras que las que tienen un trastorno de ansiedad pueden sufrir esos días un
cierto grado más de angustia.
"Nuestro cerebro se adapta, poco a poco, a estos cambios
de luz a lo largo del año a través de ritmos circadianos divididos en periodos
de 24 horas, adaptándose a la ausencia y presencia de luz a través de dos
sustancias: melatonina y cortisol", explica el experto.
Ese cambio de luz, puede dar lugar a alteraciones de sueño,
mayor cansancio físico o irritabilidad, que pueden ser más "notables"
en niños o personas mayores ya que sus cerebros son "más sensibles" a
esta modificación, señala este especialista.
Para combatirlo, el doctor López Rodriguez ofrece una manera
de minimizar los efectos provocados por el cambio horario, tales como mantener
los mismos hábitos, acostarse a la misma hora sin dejarse llevar por el
"todavía hay luz". El sueño requiere de rutina y monotonía, el sueño
es muy aburrido", asegura.