sábado, 29 de marzo de 2014

Cómo afecta el cambio de hora al cerebro
El cambio de hora supone una modificación de las horas de luz y oscuridad que produce una serie de alteraciones neurohormonales que, normalmente se superan en unos pocos días, según el neurocientífico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto Cajal de Neurociencias Ricardo Martínez Murillo.

Cuando se modifican los niveles neurohormonales habituales, como por ejemplo la melatonina, el cerebro debe readaptarse a las nuevas condiciones y esto tarda entre dos o cuatro días. "Es un cambio pequeño, de una hora arriba o abajo y en pocos días el cuerpo se regula de nuevo", ha manifestado el científico, que ha restado trascendencia a las alteraciones que puede producir el cambio de hora de este fin de semana.

Para el científico, más allá del ahorro económico que esto supone, es más importante el hecho de que una reducción en el consumo de energía se traduce en un descenso de la contaminación y esto, a su juicio, es "siempre beneficioso".

En este contexto, ha señalado que la contaminación también afecta al cerebro, que no se oxigena igual con mayores niveles de CO2 y otros gases contaminantes en la atmósfera.

El cambio horario genera pequeñas alteraciones hormonales.Por último, ha subrayado que niveles altos de contaminación y de CO2 pueden afectar, sobre todo a las vías respiratorias y esto, a su vez, puede perjudicar al funcionamiento del sistema nervioso. "El cambio de hora es bueno para la contaminación y para la salud humana", ha concluido.

Niños, ancianos y enfermos

Quienes sí pueden verse más afectados por este cambio horario son aquellas "personas que padecen ansiedad, mientras que el cambio horario otoñal afecta más a aquellos pacientes que sufren depresión", afirma el vicepresidente de la Asociación Española de Psiquiatría Privada (ASEPP), José Antonio López Rodríguez.

Cuando estos síntomas tienden a perdurar, este experto destaca que en esos casos no sería debido al cambio de hora, que sería simplemente el "detonante" de un trastorno de ansiedad o del sueño ya existente previamente en el paciente.

En estos casos, aquellas personas que padecen insomnio o dificultades para conciliar el sueño verán agravados sus problemas para dormir, mientras que las que tienen un trastorno de ansiedad pueden sufrir esos días un cierto grado más de angustia.

"Nuestro cerebro se adapta, poco a poco, a estos cambios de luz a lo largo del año a través de ritmos circadianos divididos en periodos de 24 horas, adaptándose a la ausencia y presencia de luz a través de dos sustancias: melatonina y cortisol", explica el experto.

Ese cambio de luz, puede dar lugar a alteraciones de sueño, mayor cansancio físico o irritabilidad, que pueden ser más "notables" en niños o personas mayores ya que sus cerebros son "más sensibles" a esta modificación, señala este especialista.


Para combatirlo, el doctor López Rodriguez ofrece una manera de minimizar los efectos provocados por el cambio horario, tales como mantener los mismos hábitos, acostarse a la misma hora sin dejarse llevar por el "todavía hay luz". El sueño requiere de rutina y monotonía, el sueño es muy aburrido", asegura.

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