Conciliar afecta gravemente a la salud
A sus cuarenta y pocos, y con su marido en paro, la señora X
se ha puesto a limpiar casas. Eso no ha sido suficiente para pagar la hipoteca
y la familia se ha ido a vivir con la abuela. La señora X y su marido son una
invención ficticia, pero tan real en la España actual que la ciencia ha
empezado a preocuparse por ellos. Su salud, les dice la ciencia, se resiente.
Que se lo digan a ellos.
Han tardado -que para eso la ciencia se toma su tiempo- pero
cada vez son más los estudios que alertan de las consecuencias para la salud
que tiene el panorama actual. Más riesgo de suicidios, más ansiedad, más
consumo de antidepresivos... Nada nuevo para la señora X, que compagina sus
labores fuera y dentro de casa. Sin tiempo para cuidarse, sin tiempo para ir al
médico.
Dice el estudio 'Sophie' sobre la evaluación del impacto de
las políticas familiares en la salud de los ciudadanos de 27 países europeos,
que también en esto el sur de Europa se lleva la peor parte. El proyecto,
coordinado desde Barcelona por la Agencia de Salud Pública y el Centro de
Investigación en Red Ciberesp, que la falta de políticas familiares en países
como España, Italia o Grecia, hace que compaginar la vida familiar y laboral
sea más difícil aquí que en Copenhague.
Como explica a EL MUNDO Lucía Artaroz, la investigadora
española que ha coordinado este análisis, los países en los que las políticas
públicas de apoyo a la familia permiten mejor conciliar son los nórdicos, pero
también los países del este. "Estos países de los antiguos regímenes comunistas,
fomentaron la incorporación de la mujer al mundo laboral, pero cuentan al mismo
tiempo con muchos recursos públicos para el cuidado de los hijos y las personas
dependientes", explica a EL MUNDO.
Aunque con la caída de los regímenes soviéticos algunas de
estas ayudas se hayan reducido, incluso los países del Este aparecen mejor
colocados que los llamados 'continentales' (Francia, Alemania, Bélgica...) y
los del sur (España, Italia, Portugal y Grecia).
Como explica Artaroz, la diferencia entre estos dos grupos de
estados, es que las ayudas económicas a las familias (por ejemplo, en forma de
bajas por maternidad más largas) son superiores, lo que permite una mejor
conciliación de la vida familiar y laboral, sobre todo, con menos repercusiones
para la salud.
En cambio, apunta, la combinación de jornada laboral, cuidado
familiar y ausencia de políticas públicas de apoyo hace que la salud (física y
mental) de las mujeres se resienta más en los países del sur de Europa, como es
el caso de España. "En el sur de Europa, la figura del ama de casa es más
frecuente", explica esta especialista, "pero con la crisis, muchas de
ellas se han visto obligadas a salir al mercado laboral en unas condiciones muy
precarias, casi de explotación".
De hecho, añade, el estudio también observa que en el sur de
Europa, vivir con una persona mayor de 64 años perjudica la salud, sobre todo
de los varones. "Podemos hacer bromas con el hecho de vivir con la suegra,
pero ese dato refleja el fenómeno de las familias jóvenes que se están viendo
obligadas a volver a vivir con sus padres, es un reflejo de los desahucios. Y
esa situación tiene más impacto en los hombres, por su rol tradicional de
sustentadores de la familia".
Los resultados están basados en datos de una encuesta europea
del año 2010, por lo que es previsible que en los últimos tres años la
situación "como mínimo no ha ido a mejor". De hecho, explica la
investigadora, cada vez son más los trabajos que están alertando de las
repercusiones que puede tener en la salud la actual situación económica.
El escenario preocupa también a la Comisión Europea, que esta
misma semana ha celebrado una reunión sobre las inequidades en salud a lo largo
y ancho de los 27. Las cifras que maneja la UE estiman que los desequilibrios
entre los estados miembros cuestan alrededor de 1.300 billones de euros al año
(más que el Producto Interior Bruto de España). "Sabemos que las
diferencias sociales y económicas son clave en las desigualdades de
salud", ha dicho el comisario europeo de Sanidad Tonio Borg. Y esas
desigualdades ("que están matando a gran escala"), advierte, son un
lastre para la recuperación económica.
Adonis Georgiadis, ministro griego de Sanidad, ha reconocido
que esa pesada carga lo es sobre todo en países como el suyo. "Salvaguardar
la cohesión social será una prioridad de la presidencia griega de la Unión
Europea, y reducir las desigualdades de salud es clave en nuestra agenda".