En busca de la combinación perfecta para la hepatitis C
Ya nadie se atreve
a negarlo. Las inyecciones para tratar la hepatitis C van a ser historia en muy
poco tiempo, pero la ambición va más allá. Se pretende también que sean
historia las entre tres y seis pastillas de ribavirina que han de tomar los
infectados por el virus causante de la patología (se calcula que más de 600.000
en España) y que son imprescindibles en todo tratamiento actual. Y eso no es
todo, la idea es que se pueda curar la enfermedad en un altísimo porcentaje de
los casos con independencia de cuándo se detecte y sin importar tampoco
variables genéticas asociadas hasta ahora con una mala respuesta al
tratamiento.
Varias compañías
farmacéuticas están en la carrera para conseguir el medicamento que mejores
resultados obtenga en los centenares de ensayos clínicos que se están llevando
a cabo y la lucha va a ser reñida. No precisamente por falta de resultados,
sino por todo lo contrario. Los nuevos antivirales específicos frente al VHC
son el sumun de la eficacia frente a infecciones hasta ahora muy difíciles de
curar. Eso sí, parece que será complicado hablar de medicamento en singular. Lo
que todo indica es que los tratamientos de combinación seguirán marcando la
pauta en la lucha frente a la hepatitis C.
Dos estudios
publicados hoy en el New England Journal of Medicine confirman esa tendencia y
dibujan un panorama mucho más halagüeño para los afectados por esta enfermedad
en apenas dos o tres años.
El primero de los
trabajos habla de un fármaco, sofosbuvir, que acaba de ser aprobado en EEUU y
que, en esta ocasión, se ha ensayado en combinación con otra molécula,
daclatasvir, en 211 pacientes infectados con distintos genotipos del virus,
incluyendo a algunos que no habían respondido al que se considera actualmente
tratamiento de elección frente a la enfermedad: una inyección semanal de
interferón pegilado, ribavirina a distintas dosis según el peso y uno de los
dos medicamentos nuevos de los que sí están aprobado en Europa, telaprevir o
boceprevir. Los resultados del estudio, promovido por los laboratorios que
fabrican cada uno de los fármacos -Bristol-Myers Sqibb y Gilead- superaron el
90% de éxito en todos los casos, con o sin ribavirina.
El otro estudio
que recoge la revista estadounidense se ha hecho en un número mayor de
pacientes (571) y en él se analizan los resultados en distintas combinaciones
(hay hasta 14 subgrupos de estudio) de tres de estos nuevos y potentes
fármacos: ABT - 450, ABT - 267 y ABT - 333, lo que desde el laboratorio
fabricante -Abbvie- denominan terapia 3D. También se explora la posibilidad de
eliminar la ribavirina, aunque solo un grupo de los participantes prescindió de
este tratamiento. De nuevo, los resultados son muy positivos (del 83 al 100% de
eficacia), además de mantenerse cuatro meses después del fin del tratamiento.
Según el jefe de
la Unidad de Aparato Digestivo de la Fundación Hospital Alcorcón, Conrado
Fernández -que ha participado en el ensayo fase III que se ha hecho con
posterioridad al publicado hoy- este tratamiento supone "un gran avance
frente al genotipo 1, el más frecuente en España". Fernández reconoce que
el tratamiento actual supone que el paciente tome "muchísimas
pastillas" y, además, con efectos secundarios que hacen difícil tolerar el
tratamiento.
Por esta razón, se
congratula de la publicación de este estudio, cuyos resultados ya se dieron a
conocer en el último Congreso de la Sociedad Estadounidense para el Estudio del
Hígado, celebrado en noviembre.
El especialista
señala que el nuevo paradigma de tratamiento de la hepatitis C -ejemplarizado
en medicamentos como los evaluados en estos dos estudios- es un concepto que
viene del VIH. Se trata de fármacos muy potentes, tanto que el virus
"tiene que tener muchas mutaciones para disminuir su sensibilidad al
medicamento". También como en el caso del VIH, Fernández cree que "la
monoterapia es impensable" y que la terapia del futuro la compondrán
varios medicamentos en combinación.
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