Ftalatos, los tóxicos que no desaparecen
A pesar de las
regulaciones gubernamentales en torno al uso de los ftalatos (sustancia química
que se añade a los plásticos para dotarlos de flexibilidad), una investigación
estadounidense demuestra que la población continúa expuesta a este
contaminante, presente en numerosos productos de uso cotidiano, como el esmalte
de uñas, perfumes, plásticos, ropa, zapatos, materiales de construcción,
envases de alimentos, etc.
Aunque la buena
noticia es que "los estadounidenses están sometidos a un nivel
significativamente menor de los ftalatos cuyo uso se prohibió en 2008 en
artículos de niños, hemos visto que ha incrementado abruptamente la exposición
a nuevos tipos de esta sustancia", afirma un grupo de científicos de la
Universidad de California (San Francisco, EEUU).
Numerosos estudios
han demostrado ya que estos compuestos alteran el sistema hormonal, sobre todo
en varones y especialmente en niños. "Entran a través de la piel, por la
vía respiratoria o digestiva, pasan al torrente circulatorio y por la sangre se
distribuyen por todo el organismo, pasan a las células de los tejidos y en
algunos tienen efectos tóxicos importantes (no de forma aguda, sino con el paso
del tiempo), concretamente en el sistema hormonal", argumenta Luis
Domínguez-Boada, profesor de toxicología de la facultad de Medicina de la
Universidad Las Palmas de Gran Canaria.
Estas sustancias
se vinculan "con malformaciones urogenitales en hombres y afecta al
sistema reproductor masculino", puntuliza el experto. También "hay
trabajos que relacionan estos componentes con otras enfermedades como las
alergias y la dermatitis" y además, "parece que pueden producir
alteraciones neurológicas, una asociación que aún se tiene que confirmar".
No obstante, las personas más susceptibles de sufrir daños son los niños, ya
desde el periodo de gestación.
En consecuencia,
agrega Domínguez-Boada, tanto en EEUU como en la UE se empezó a regular su uso
y se prohibió en juguetes y en cualquier material que pudiera estar en contacto
con los menores. Sin embargo, y en la misma línea de la investigación
estadounidense, en lugar de disminuir la producción global de esta sustancia,
está incrementando, "sobre todo en el continente asiático, cuyo mercado,
ante la prohibición de un ftalato, busca rápidamente compuestos con las mismas
características y con la ventaja de no estar sometidos a regulación". Al
fin y al cabo, "como la producción es global, sus productos no tienen fronteras
y, por lo tanto, seguimos expuestos a este tipo de sustancias tóxicas".
Una realidad que
queda reflejada en la investigación estadounidense, publicada en la revista
Environmental Health Perspective. "Por primera vez", aseguran los
propios autores, "un estudio examina cómo han ido cambiando las
exposiciones a los ftalatos en una muestra representativa de la población
estadounidense en el transcurso de una década (de 2001 a 2010)". Se
analizó la presencia de 11 ftalatos en las muestras de orina de 11.000 personas
que participaban en una encuesta nacional sobre salud y nutrición (dirigida por
los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades).
"Habíamos
depositado muchas esperanzas en la obtención de resultados óptimos, sin
embargo, lo que vimos fue que los ftalatos prohibidos habían sido reemplazados
por otros nuevos no regulados, con los efectos adversos que pueden conllevar
para la salud pública", argumenta una de las investigadoras, Ami Zota, de
la George Washington University School.
Así como la exposición
a los ftalatos BBzp, DnBP y DEHP (con prohibición permanente) fue
significativamente menor, aumentaron considerablemente los niveles de nuevos
ftalatos (DnOP, DiDP y DiNP) que el Congreso aún no ha podido prohibir a la
espera de evidencias científicas sobre sus efectos nocivos. Concretamente,
incrementaron entre un 15% y un 25% los dos primeros y casi un 150% los DiNP.
Precisamente estos últimos han sido incluidos en California en una lista de
productos químicos que pueden aumentar el riesgo de cáncer.
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