El pingüino emperador se muda en busca de más hielo
Adaptarse o morir. El pingüino emperador (Aptenodytes
forsteri) parece tener clara esta máxima de la naturaleza y no duda en
modificar sus costumbres ante los cambios en su entorno. Así lo ha observado un
equipo de científicos que monitoriza sus pasos durante el gélido invierno
antártico utilizando las imágenes recabadas por satélites.
Según recogen en un estudio publicado en la revista PLOS ONE,
varias colonias de pingüino emperador, una especie que sólo vive en la
Antártida, reaccionaron ante el retraso en la congelación del suelo marino (en
el que habitualmente pasan la temporada de reproducción y cría) desplazándose a
plataformas de hielo glacial de difícil acceso para ellos.
Hasta ahora, se consideraba que la inmensa mayoría de estos
animales vivían en el hielo marino, como mostraban 44 de las 46 colonias de
emperador localizadas. Las dos comunidades restantes eran de pequeño tamaño
(con 250 y 2.900 parejas respectivamente): una de ellas vivía en un lago helado
mientras que la otra había elegido una roca. Se estima que la población media
de una colonia ronda las 5.500 parejas.
Para sorpresa de los científicos, no parece que los 30 metros
de altura que tuvieron que escalar los pingüinos para llegar al acantilado
glacial (unas formaciones que pueden alcanzar los 60 metros) fueran un
obstáculo insalvable para estas aves, que no pueden volar y superan el metro de
altura. Y es que, aunque el emperador es un excelente buceador capaz de
sumergirse a más de 500 metros de profundidad para buscar alimento, es poco
ágil cuando se mueve por tierra.
De hecho, tienen fama de ser bastante torpes cuando están
fuera del agua, donde cazan la comida con la que alimentan a sus retoños.
Se reproducen en invierno
«El emperador es la especie más grande de pingüino, y también
es la que, de media, se sitúa más al sur durante su temporada de reproducción.
Pero lo que realmente les hace únicos es que se reproducen durante el invierno
antártico y no lo hacen en tierra firme, sino en el hielo marino», explica a EL
MUNDO Peter Fretwell, investigador de la British Antarctic Survey (BAS) y autor
principal de este estudio realizado conjuntamente con la Australian Antarctic
Division y la Universidad de California, en San Diego.
Mientras otras especies de pingüinos aprovechan el verano antártico
(entre diciembre y marzo aproximadamente) para reproducirse, el emperador
prefiere el invierno. Habitualmente es en abril cuando llegan a estas zonas
cubiertas por hielo marino que suelen permanecer congeladas hasta diciembre,
cuando a los polluelos ya les han crecido sus propias plumas. Su vulnerabilidad
ante el aumento de las temperaturas es, por tanto, grande, pues si el hielo se
fractura demasido pronto durante la estación de reproducción se traduce en una
alta mortalidad entre los recién nacidos de la colonia.
Tras poner un único huevo, la hembra se marcha enseguida para
cazar durante varios meses. Mientras tanto, el macho mantiene caliente el
huevo, sujetándolo sobre sus patas y abrigándolo con sus plumas. Una tarea que
le deja exhausto y le hace perder mucho peso. Cuando regresan las hembras para
tomar el relevo, son ellos los que se van hacia mar abierto para cazar peces,
crustáceos y cefalópodos y recuperar peso.
En concreto, las imágenes por satélite analizadas permitieron
localizar en plataformas glaciales a cuatro colonias de pingüinos emperador
durante la temporada de reproducción de 2011 y 2012. Esta especie acostumbra a
pasar este periodo sobre hielo marino, pero en esos dos años la capa helada se
formó un mes más tarde de lo que es habitual en el este de la Antártida.
Los científicos creen que ésta fue la razón por la que se
mudaron las colonias. Por ejemplo, una de ellas, compuesta por 6.470 parejas,
había permanecido en la misma zona de hielo marino durante los inviernos de
2008, 2009 y 2010. Sin embargo, en 2011 fue localizada a una distancia de 15
kilómetros al sur de su hogar habitual y encima de un acantilado de hielo. Un
lugar al que regresaron en 2012.
Sin las observaciones por satélite, dicen los autores del
estudio, estos movimientos no habrían sido detectados. Es por ello por lo que
no pueden dar por sentado que este comportamiento se esté dando también en
otras comunidades de emperador y otras especies de pingüinos. «Por el momento
no conocemos las trayectorias de otras poblaciones», dice Fretwell, que calcula
que en la actualidad hay alrededor de 600.000 emperadores.
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