Los bebés 'nacidos' de la música
Laura y Marta ya
tienen la banda sonora de su vida. Ellas son dos de los primeros bebés en el
mundo en los que la música ha tenido un papel importante en su fecundación. El
centro al que acudieron sus padres para utilizar una técnica de reproducción
asistida incorporó un programa novedoso para mejorar la tasa de fecundación y
ahora presentan los datos obtenidos en estos meses.
El pasado mes de
julio, el Institut Marquès de Barcelona presentó los resultados de este
programa pionero de I+D+i en el congreso de la Sociedad Europea de
Reproducción, celebrado en Londres. Se trata de aplicar las micro vibraciones
musicales en las incubadoras de embriones en las que permanecen los óvulos
antes de ser fecundados.
"El estudio
que presentamos en el congreso lo hicimos con 114 parejas [de España y otros 16
países], pero ahora lo estamos aplicando en todos los casos. Ya hay cientos de
mujeres embarazadas en los que se ha utilizado la música", señala la
doctora Marisa López-Teijón, jefa de Reproducción Asistida del Institut Marquès
y principal autora del estudio que en breve será publicado en una revista
científica.
Aunque este primer
estudio se ha centrado en el efecto de la música sobre los óvulos, esta
especialista adelanta que ya están en marcha otros dos en los que se valorará
por un lado el efecto de las vibraciones musicales en la evolución de los
embriones y, en una fase posterior, si la tasa de embarazos aumenta si la mujer
escucha música.
"No toda la
energía sonora genera los mismos efectos en los organismos vivos. Diferentes
frecuencias de onda o de organización armónica del sonido puede ejercer
distintos resultados, es decir, que no es lo mismo la música que el
sonido", señala López-Teijón.
En cuanto al tipo
de música que se les pone a los ovocitos y embriones, Carolina Castelló,
embrióloga directora de los laboratorios FIV del Institut Marquès, enumera que
"son de tres clases: música clásica, heavy metal y pop". A través de
un iPod, colocado en las incubadoras, se emite la música a una intensidad
diferente en función del tipo: la clásica a 67 decibelios, la pop a 80 y la heavy
a 84. "No hemos visto diferencias en función de si se emplea una música u
otra", aclara Castelló, quien explica que cada mes cambia el estilo de
música que se escucha en las incubadoras.
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