Realidad virtual 'versus' racismo
¿Qué ocurriría si,
por un momento, consiguiéramos ponernos en la piel del otro más allá de un
sentido metafórico? ¿Si, al mirarnos al espejo, éste nos devolviera nuestro
reflejo salvo por un pequeño detalle: el color de nuestra piel? Un estudio de
realidad virtual liderado por el doctor Mel Slater desde la Universidad de
Barcelona explora desde hace un año qué grado de racismo implícito existe en
los individuos y no sólo eso: ha descubierto que lejos de ser un rasgo 'fijo'
del carácter, éste es 'reversible' y, gracias a su experimento, puede que reducible
en el tiempo. ¿Cómo? Mediante una prueba que hace algo tan sencillo como
cambiar el color de la piel del individuo.
"Todos
tenemos ciertas actitudes racistas implícitas, es algo que está dentro de
nosotros", explica la investigadora Sofia Seinfeld. "No a un nivel
explícito, porque es algo que socialmente no está bien visto. Pero está
comprobado que es algo que puede ser alimentado por las noticias o las
experiencias cotidianas. El sesgo hacia una raza u otra se encuentra en el
inconsciente, y este experimento permite desarrollar una mayor empatía hacia
otras procedencias étnicas al permitir que el usuario se identifique con
ellas", añade.
El profesor Slater
argumenta que "la gente siempre construye grupos-in y grupos-out, y define
su grupo como opuesto a otro, pero el psicológo Mark Levine y otros nos han
mostrado que esos grupos son, en realidad, bastante flexibles. Por ejemplo:
aunque los hinchas de fútbol son por regla general hostiles a hinchas de otro
equipo, cuando se les pide que piensen en sí mismos como fans de ese deporte en
general, se ven a sí mismos dentro de una gran alianza común de seguidores de
fútbol. Con el racismo sucede algo parecido si logras crear otro tipo de
alianza, de tipo social, no étnica".
Prueba en tres
fases
La prueba consta
de tres fases. En la primera se efectúa un test de preguntas (un Test de
Asociación Implícita para medir el grado de racismo) que consiste en relacionar
de forma rápida, casi instintivamente y por reflejo, una lista de palabras y
rostros (blanco y negro) a conceptos antagónicos: positivo y negativo. Hay
diferentes rondas de asociación: la primera corresponde a blanco/positivo y
negro/negativo y la segunda, a blanco/negativo y negro/positivo, donde el
margen de error suele ser más alto y la velocidad de respuesta disminuye. La
prueba se realiza unos tres días antes de participar en la segunda fase del
test, el momento clave del experimento.
Es entonces cuando
uno se transforma en un avatar en una habitación especialmente diseñada para
acoger la realidad virtual. El primer paso es vestirse con un traje especial
punteado (con numerosos marcadores en forma de bolitas que son detectados por
ocho cámaras que replican los movimientos del sujeto gracias a un programa de
realidad virtual en el ordenador).
Cambio de raza
Paralelamente, un
casco especial equipado con una cámara que retransmite en tiempo real los
movimientos crea la ilusión de estar viéndose a uno mismo. Con una
particularidad: de repente, uno pasa a ser de otra raza. El color de la piel en
rostro, cuello y manos cambia. También el pelo. Durante seis minutos, el
individuo experimenta la ilusión de ser de otra raza. Se mira en el espejo, se
mueve, se reconoce, y se encuentra frente a frente con otros individuos
(artificiales) de diferentes razas que se cruzan con él, le miran y pasan de
largo.
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