domingo, 29 de diciembre de 2013

Realidad virtual 'versus' racismo
¿Qué ocurriría si, por un momento, consiguiéramos ponernos en la piel del otro más allá de un sentido metafórico? ¿Si, al mirarnos al espejo, éste nos devolviera nuestro reflejo salvo por un pequeño detalle: el color de nuestra piel? Un estudio de realidad virtual liderado por el doctor Mel Slater desde la Universidad de Barcelona explora desde hace un año qué grado de racismo implícito existe en los individuos y no sólo eso: ha descubierto que lejos de ser un rasgo 'fijo' del carácter, éste es 'reversible' y, gracias a su experimento, puede que reducible en el tiempo. ¿Cómo? Mediante una prueba que hace algo tan sencillo como cambiar el color de la piel del individuo.

Una joven prueba el programa de realidad virtual en la UB."Todos tenemos ciertas actitudes racistas implícitas, es algo que está dentro de nosotros", explica la investigadora Sofia Seinfeld. "No a un nivel explícito, porque es algo que socialmente no está bien visto. Pero está comprobado que es algo que puede ser alimentado por las noticias o las experiencias cotidianas. El sesgo hacia una raza u otra se encuentra en el inconsciente, y este experimento permite desarrollar una mayor empatía hacia otras procedencias étnicas al permitir que el usuario se identifique con ellas", añade.

El profesor Slater argumenta que "la gente siempre construye grupos-in y grupos-out, y define su grupo como opuesto a otro, pero el psicológo Mark Levine y otros nos han mostrado que esos grupos son, en realidad, bastante flexibles. Por ejemplo: aunque los hinchas de fútbol son por regla general hostiles a hinchas de otro equipo, cuando se les pide que piensen en sí mismos como fans de ese deporte en general, se ven a sí mismos dentro de una gran alianza común de seguidores de fútbol. Con el racismo sucede algo parecido si logras crear otro tipo de alianza, de tipo social, no étnica".

Prueba en tres fases

La prueba consta de tres fases. En la primera se efectúa un test de preguntas (un Test de Asociación Implícita para medir el grado de racismo) que consiste en relacionar de forma rápida, casi instintivamente y por reflejo, una lista de palabras y rostros (blanco y negro) a conceptos antagónicos: positivo y negativo. Hay diferentes rondas de asociación: la primera corresponde a blanco/positivo y negro/negativo y la segunda, a blanco/negativo y negro/positivo, donde el margen de error suele ser más alto y la velocidad de respuesta disminuye. La prueba se realiza unos tres días antes de participar en la segunda fase del test, el momento clave del experimento.

Es entonces cuando uno se transforma en un avatar en una habitación especialmente diseñada para acoger la realidad virtual. El primer paso es vestirse con un traje especial punteado (con numerosos marcadores en forma de bolitas que son detectados por ocho cámaras que replican los movimientos del sujeto gracias a un programa de realidad virtual en el ordenador).

Cambio de raza

Paralelamente, un casco especial equipado con una cámara que retransmite en tiempo real los movimientos crea la ilusión de estar viéndose a uno mismo. Con una particularidad: de repente, uno pasa a ser de otra raza. El color de la piel en rostro, cuello y manos cambia. También el pelo. Durante seis minutos, el individuo experimenta la ilusión de ser de otra raza. Se mira en el espejo, se mueve, se reconoce, y se encuentra frente a frente con otros individuos (artificiales) de diferentes razas que se cruzan con él, le miran y pasan de largo.

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